Can Culapi

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Soy exalumno de los Escolapios de la calle Diputación de Barcelona. El edificio era antes un edificio de pisos que de forma provisional se adecuó como colegio después de que la Setmana Tràgica de Barcelona (1909) destruyera las Escuelas Pías de la Ronda San Antoni. Y lo que debía ser provisional todavía perdura.

Los Escolapios de la Calle Diputación era un colegio terriblemente neutro pero totalmente inclusivo en el sentido de que allí íbamos alumnos de cualquier procedencia social y familiar. Y digo lo de neutro porque el sentido del «corporativismo» escolar era inexistente. Tengo amigos de mi edad que estuvieron en otros colegios y que todavía hablan con orgullo y recuerdos de su paso por su colegio, e incluso han querido llevar a sus hijos al mismo colegio que fueron ellos.

Recuerdo que cada día íbamos a pie al colegio con dos amigos más, primero acompañados por nuestras madres, y después ya íbamos solos. Desde párvulos (hoy P3, P4 y P5) hasta el 3º de BUP.

A pesar de ser un colegio de curas (escolapios) habían pocos y la mayoría eran profesores seglares. La religión no les obsesionaba (post Concilio), y no habían gestos políticos de ningún lado. Nos enseñaban en catalán y en castellano, leíamos en catalán y castellano, y ahí conocí el primer ordenador que tenía un profesor de matemáticas.

De vez en cuando volaban algunas tizas desde la tarima del profesor, el Sr. Julián y el Sr. Vicente eran los porteros del colegio y nos conocían a los mil alumnos por nombre y apellido, y los que se quedaban a comer (no era mi caso) tenían el privilegio de merendar un trozo de pan y una chocolatina marca Loyola. Los campos de deporte era el patio de asfalto del edificio, y si te caías jugando a futbol te salía un morado en la rodilla que no requería especial atención.

Teníamos un profesor que le llamábamos el «sapo» y otro el descapotable por el peluquín que llevaba. El profesor de gimnasia era un policía (un «gris») que para sacarse un sobresueldo nos daba clases de saltar el plínton (Amalio Poza). Por cierto, la antigua iglesia, ahora es el gimnasio.

La «ratio» era de 42 alumnos por clase, y un día ala semana por la tarde solíamos ir a hacer deporte o a Brafa, o a los escolapios de Sarrià.

Pero insisto, los recuerdos son neutros, si así se les puede clasificar.

 

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