El que no espera lo inesperado, nunca lo encontrará

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Heráclito, el pensador de Éfeso, nos introduce el día con esta máxima donde se viene a decir que no debemos ni olvidar ni sustituir nuestra capacidad de asombrarnos.

Todo empieza cada día. Y sabemos que a pesar de todos los horarios preparados meticulosamente siempre pueden surgir hechos inesperados, los cuales por ser eso mismo (inesperados), nos sorprenderán.

De lo contrario, qué vida más aburrida nos depara el destino. Lo peor de esta vida es que se convierta en un día de la marmota, donde cada día transcurre sin tener referencias sobr el paso del tiempo.