Lo que hacemos cada día y sin darnos cuenta refleja nuestra personalidad. Los hábitos adquiridos que no nos cuesta ejecutarlos enseñan parte de nuestra manera de ser. Y a menudo lo hacemos sin ser conscientes de la importancia de los mismos. Ya lo dice la Biblia: «Por sus frutos los conoceréis (San Mateo)».
Somos tan autoexigentes que si no hacemos algo espectacular nos parece que no hacemos nada.Y sin embargo el día a día está hecho de cosas espectaculares que nunca serán reconocidas como tales. Nuestra sociedad es peculiar. Si corremos un maratón, o nos vamos de viaje al Caribe, lo sabe todo el mundo a nuestro alrededor. Y a lo mejor solamente lo hacemos una vez en la vida. En cambio si cada día vamos a recoger los niños, o preparamos la comida de todos, o si simplemente leemos un libro. esto queda en casa. No es espectacular quizás cambiar el pañal sucio del niño pero es mucho más necesario que bañarnos en una playa de aguas cristalinas..
Resituémonos. Pongamos el punto de mira en lo importante y en lo trascendente. Lo necesario y lo imprescidible. Lo otro ya vendrá dado. Pero todos, absolutamente todos, somos unos héroes anónimos.
